lunes, 13 de junio de 2011

Una visión de la mujer, la nación y la deidad según Mácchiavelo en El Archidiablo Belfegor

Las almas que van al infierno entran quejándose, adjudicando que la razón o motivo por el que recibieron tal destino se debe a la mujer, a su esposa, para lo cual Plutón, decide enviar a Belfegor, un demonio de sus dominios para que investigue y convertido en humano, bajo el nombre de Rofrigo, le explique el por qué de tanto barullo en las almas que entran a su reino.


Mácchiavelo asume a la mujer como un castigo y la causa principal por la que el hombre es condenado al infierno: “como las infinitas almas de aquellos míseros mortales que en la desgracia de Dios morían, al ir al infierno, todas o la mayoría se lamentaban casi exclusivamente por haber tomado esposa, lo cual les había conducido a tanta infelicidad”. Considerando el nombre de la esposa (Onesta), ésta no es consecuente con su significado, además uno de los motivos por las que se le imputan en el infierno es por ser abusivas y usufructuar con su poder, por el amor que les profesan sus esposo: “y fue haciéndose cada vez mayor desde que aquella advierta el gran amor que su marido le profesaba; y, segura de poder dominarle en todo a su antojo, le daba órdenes sin piedad o respeto alguno”. El cambio de estatus que posee Onesta también se muestra en su conducta, siendo ésta negativa e hiperbólica: “Justo con la nobleza y la belleza, doña Onesta había llevado a casa de Rodrigo tal soberbia que ni Lucifer tuvo nunca tanta”.


Mácchiavello utiliza como pretexto la necesidad de una esposa, para referirse a Italia y utilizar sus argumentos retóricos para ubicarla en lo alto del estatus y configurar asi su idea de nación: “Rodrigo había partido luego para venir a Italia a tomar mujer en lugares más humanos y más conformes con la vida civilizada y con su ánimo”.


Finalmente, para Mácchiavello, la deida Plutón no es tan poderosa, ya que necesita ayuda de otros personajes de menor rango: “y al no encontrar el modo, os hemos llamado a ello para que aconsejándonos nos ayudéis y seais la razón de que este reino, como en el pasado ha vivido sin infamia, así viva en el porvenir”. Además, utiliza un elemento cristiano y lo inserta en un mundo pagano o politeísta: “al no encontrar a nadie que voluntariamente emprendiera esta empresa, deliberaron que fuera la suerte aquella que lo declarara, ésta cayó sobre Belfegor archidiablo, el cual, por lo anterior, antes de que cayera del cielo, fue arcángel.

viernes, 3 de junio de 2011

LA SEMANA TIENE SIETE MUJERES

Gustavo Rodríguez. La semana tiene siete mujeres. Ed. Planeta. Lima, 2009.



Gustavo Rodríguez (Lima, 1968) es escritor, comunicador y publicista de carrera, ha publicado las novelas La furia de Aquiles y La risa de tu madre, finalista del Premio Herralde. También es autor del libro de relatos Trece mentiras cortas y coautor de ¡Ampay Perú! y ¡Ampay mujer!, dos volúmenes que buscan tumbarse mitos sobre su país y la mujer peruana. Sus ensayos y artículos han sido reunidos en el libro Traducciones Peruanas. La semana tiene siete mujeres es su tercera novela y ha sido considerada entre las diez finalistas del premio Planeta-Casamérica 2009.

“MI AMOR SIGUES VIVO EN MÍ”, como un claro mensaje amoroso de despedida casi imperceptible, Gracia encuentra una tarjeta dentro del bolsillo, en el saco del terno del esposo. En pleno velorio, le pide a una ex pareja de la adolescencia que se haga pasar por periodista y así poder encarar a la amante del fallecido. Éste decide contactarlas e indagar todo sobre la cercanía entre ellas y el finado, para lo cual cada una de ellas recibe como nombre un día de la semana, dependiendo de varios factores, entre los temporales, los de relación, etc. Considerando que solo se llega a investigar a cinco mujeres, exceptuando así como días el Sábado y Domingo.

El texto es interesante ya que se encuentra una gama de arquetipos o personalidades, comenzando con Gracia, una mujer egocéntrica y frívola, que por orgullo muere por saber con quién la engañaron más que el engaño en sí; al ex enamorado que es un ser falocéntrico, cuyo único pensamiento, inicialmente, es poseer a Gracia y después de su faceta periodística, se torna más incondicional, mostrando básicamente ternura; y al difunto esposo o el piurano, cuyas virtudes más resaltantes en texto son las de conquistador, con la peculiaridad de que todas sus amantes son rubias y generalmente de buena posición económica, sin dejar de mencionar las frases que dedicaba a sus conquistas que colindan con lo poético. Lo resaltante es que todos llevan un sobrenombre excepto Gracia y su hermana, Gloria.

Dentro de las páginas encontraremos mucho humor y sarcasmo, que colindan entre lo ácido y lo reflexivo, saltos en los tiempos, de preferencia hacia las etapas nostálgicas, personajes que por lo general los une la marginación tanto social como emocional, la necesidad del racismo como un elemento perpetuador del poder, los diálogos en que se expresan los personas fluctúan entre lo coloquial, por parte de los de menos recursos, hasta lo formal, parte de los pudientes; y finalmente, utiliza hechos históricos verídicos para afianzar su verosimilitud.