viernes, 14 de octubre de 2011

Una visión particular sobre Los Ríos Profundos...



Como se sabe, el texto Los Ríos Profundos trata de generar desde una macrovisión, básicamente dos puntos medulares, por un lado, el texto forma una especia de lengua o idioma paralelo, - considerémosle como un lenguaje o para ser más exactos, discurso- que no implica necesariamente situarse en una posición secundaria o pasiva, en relación a lo actante, sino más bien, en el mismo plano y en la misma consideración con el lenguaje hegemónico, como lo es el occidental o castellano, de esta forma, usando la lógica estructural del castellano, trata de imitar los sonidos de las voces quechuas; por otro lado, el texto al pertenecer al canon de la literatura latinoamericana, busca romper el sistema hegemónico planteado por lo occidental, para que esta vez, posea una enfoque distinto y también valedero como lo es el mundo andino o quechua.


Además, el argumento de la novela nos indica o revela, un regreso al universo primigenio, en el caso del padre de Ernesto, y también un contraste en el mundo imaginado o representado por el hijo, gracias a las referencias sobre tal por parte de su padre y así éste pueda constatarlo con la realidad más palpable, entre lo que imagina/añora y la realidad tal cual es.
Un ejemplo claro se da en la siguiente canción o desde un punto de vista personal, considerémoslo más bien como un poema:



¡No te olvides, mi pequeño, no te olvides!
Cerro blanco hazlo volver;
Agua de la montaña, manantial de la pampa
Que nunca muera de sed.
Halcón, cárgalo en tus alas y hazlo volver.
Inmensa nieve, padre de la nieve, no lo hieras en el camino.
Mal viento, no lo toques.
Lluvia de la tormenta, no lo alcances.
¡No, precipicio, atroz precipicio, no lo sorprendas!
¡Hijo mío, has de volver, has de volver!



Como vemos, la canción o poema no indica, explícitamente, esa necesidad, hasta imperiosa, de regresar al punto de origen, en este caso lo andino, y cómo es que se valen de dos elementos claros y elusivos de dicho mundo, como lo es el cerro y el manantial de una montaña, considerando asimismo, que para el mundo andino o quechua, el cerro es considerado una deidad, es decir, su Apu; y la referencia que hace sobre lo cristalino en las aguas de sus montañas, nos dan otro indicador de la carga positiva y hasta óptima que se desprende de este cosmos.


Pero a su vez, en las siguientes líneas, le da una carga ambivalente a otros elementos, no exclusivos necesariamente con lo andino, como lo son el halcón, el viento o la lluvia, que podrían generarle algún tipo de dolencia o daño, pero que por alguna razón que no se especifica, pero en forma tácita se infiere, que estos personajes por provenir o derivar de naturaleza andina, ésta es una razón más que suficiente para tener en cuenta o concederles una preferencia en el trato.