miércoles, 16 de febrero de 2011

Cuatro Minutos

-Me has pegado.

-Te lo advertí.

-¿Nos ha visto alguien?

-¿Cómo era?

-Distinta.

-Aquí ponen comunista.

-Pues eso.

-No nos ha visto nadie.

-Hannah sabía lo que era el odio y sabia lo que era el amor. La mayoría de la gente se contenta con darse las buenas noches. Hice esa foto tres días antes de que la arrestaran. Una de sus camaradas fue torturada y dio su nombre. Hannah fue condenada a ser decapitada, pero el día de su ejecución, cayó una bomba que destrozo el patíbulo. Así que pensaron en otra cosa

- Crees que para mí es fácil. Que solo tengo que hacer así con los dedos. Por qué te crees que me he quedado aquí sesenta años.

- Por una muerta. Genial. Una lesbiana necrófila. Eres un monstro perverso, señora.

- Cómo te atreves. Cómo te atreves a hablar así. He trabajado durante meses para que todo saliera bien. He soportado tus malos modales, tus faltas de respeto, tus arrebatos. Te he sacado de la cárcel, te he hablado de la única persona que significa algo para mí y tú me pisoteas.

- No era mi intención.

- No sabes lo que es la destrucción, no tienes ni idea. Estas tirando tu talento por el retrete. Cómo es posible.

- Escucha.

- Cállate. A esta mujer la asesinaron. Pese que al contrario que tú, no había hecho nada. A lo mejor ella también tenía un don y lo hubiera dado todo por perfeccionar su talento, sino qué sentido tiene todo esto. Cuál es nuestro deber Jenny Von Loeben. ¿Romperle el cráneo a alguien, perder el tiempo durante años en una celda o reducir el mundo a cenizas? Todos tenemos un maldito deber. Yo no sé cuál ha sido el mío. A lo mejor simplemente el de aguantar. Pero tu deber es tan claro como la luz del día. Tu deber es, y disculpa mi expresión, levantar tu culo perezoso de mi sillón y ponerte en marcha. Tu deber empieza dentro de dos horas, en la Opera Nacional. Ese, Jenny, es tu deber.