"Ser o no serlo. He ahí el dilema. ¿Si es más noble para el espíritu, sufrir los dardos y golpes de la insultante fortuna o tomar las armas contra un mar de calamidades y haciéndoles frente, ponerles fin? Morir, dormir, no más. ¡Y con un sueño, dar fin al pescar y a los mil conflictos que son la herencia de la carne¡ Es una consumación a ser deseada con devoción. Morir, dormir, dormir, tal vez soñar. Sí, he ahí el obstáculo. Pues en aquel sueño de muerte, ¿qué sueños podrían venir, habiéndonos librado de este embrollo mortal? He ahí el dilema. Es la reflexión que hace de la vida larga una calamidad. ¿Quién podría tolerar los ultrajes y desdenes del tiempo, la injuria del opresor, la afrenta del soberbio, las congojas del amor desairado, las tardanzas de la ley, las insolencias del poder y las vejaciones que el mérito recibe del indigno, cuando uno podría procurar su propio reposo con un simple puñal? ¿Quién querría llevar tan duras cargas, gemir y sudar, bajo el peso de una vida afanosa, sino fuera por el temor de algo, después de la muerte? Esa ignorada región, cuyos confines no vuelve a traspasar viajero alguno, confunde la voluntad y nos lleva a soportar nuestros males antes que lanzarnos a desconocidos. Así, la consciencia hace de nosotros unos cobardes. Y así, el color sano de la resolución, palidece bajo los toque debilitantes del pensamiento. Y empresas de mayores alientos e importancias, por esa consideración se desvían de su curso y pierden el nombre de acción."

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